La revolución de independencia iniciada en Yara… ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra…para bien de América y del mundo. La guerra no es la tentativa caprichosa de una independencia… es el producto disciplinado de hombres enteros que en el reposo de la experiencia se han decidido a encara otra vez los peligros que conocen…convencidos de que en la conquista de la libertad se adquieren…las virtudes necesarias para mantenerla.
Son fragmentos del documento que la historia recoge como El Partido Revolucionario Cubano a Cuba o Manifiesto de Montecristi firmado por Martí y Gómez en ese lugar de República Dominicana este día de 1895.
Su contenido manifiesta las ideas esenciales que caracterizan al movimiento revolucionario y la política de la guerra por la total y definitiva independencia próxima a iniciarse.
En él se plasmaban las ideas esenciales del nacionalismo defendido por Martí: la denuncia del mantenimiento del orden colonial y su sentimiento antimperialista.
Era en sí la reivindicación de la sangre derramada durante la Guerra de los Diez Años, la apelación a la voluntad nacional y la mentalidad abierta hacia los componentes étnicos y culturales a favor del mestizaje.
“Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responda el acero, y la amistad a la amistad”.
Así se dirigía este Documento a los españoles y a todos en la isla.
El Manifiesto expone el carácter y finalidad de la guerra emancipadora, que estalló en Cuba el 24 de febrero de 1895; la actitud de la Revolución y de la futura República respecto a los españoles. Cómo ha de constituirse, organizarse y desenvolverse la República, con la misma participación e iguales derechos y deberes, de blancos y negros.
La guerra de independencia de Cuba —destaca en él—, nudo del haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo.
El Manifiesto de Montecristi se convirtió en el programa de lucha de esta nueva etapa de emancipación de los cubanos y de América.
Este propio día tres cartas de despedida dicen del amor del apóstol por Cuba y su renuncia a todo por la causa redentora de Cuba y de América entera. A su madre, a María Mantilla y a su amigo y hermano Federico Henríquez y Carvajal.
En vísperas de un largo viaje estoy pensando en usted….El deber de un hombre está allí, donde es más útil. Pero conmigo va siempre en mi creciente y necesaria agonía el recuerdo de mi madre, era su despedida.
Salgo de pronto a un largo viaje, sin pluma ni tinta, ni modo de escribir en mucho tiempo. Las abrazo, las abrazo muchas veces sobre mi corazón… otra despedida, otro desprendimiento por una misma causa, esta vez a María Mantilla .
Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa…Levante bien la voz que si caigo, será también por la independencia de su patria, confesaba ese mismo día a Henríquez y Carvajal.
El delegado del Partido Revolucionario Cubano partía a su cita con Cuba. Lo llamaba su deber de hijo a defender a su patria. Llegaba el momento definitivo de servirle como el soldado más fiel.
Tomado de Telecubanacán
viernes, 25 de marzo de 2016
Manifiesto de Montecristi: Un documento y tres cartas
16:18
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