El 26 de enero de 1985
Ramón Silverio hizo un regalo a los santaclareños, el Centro Cultural el
Mejunje. Resultado de la espontaneidad de un grupo de amigos bohemios e
intelectuales que reunidos en la sede del Teatro guiñol de Santa Clara, idearon
un espacio cuya premisa siempre ha sido el respeto a la diversidad y la
inclusión.
Se instaló en las ruinas
de un antiguo hotel y hoy, por mérito propio, además del patio cuanta con una
galería de arte, una cafetería y una sala de Teatro con un estilo diferente.
Se habla del Mejunje
como un oasis y que muchos han fallado en el intento de copiar una idea tan
original y enriquecedora, referente a
seguir en Latinoamérica.
Ramón Silverio lo define
de la siguiente manera.
«El Mejunje sin dudas es
un paradigma en estos momentos en Cuba, culturalmente y de la vida social, de
la inclusión. Creo que en momentos definitorios de la historia de este
país el Mejunje marcó una pauta y
afortunadamente hoy es política».
El Mejunje además de
ofrecer una cartelera variada todos los días de la semana, está inmerso en
diferentes campañas sociales relacionadas prevención del VIH/SIDA y en contra
de la Homofobia ,
la discriminación social.
«Lo que ha hecho El
Mejunje ha tenido una repercusión nacional. Ha ayudado por lo menos a
establecer políticas y a tener otra visión de muchos fenómenos. Se ha
convertido en un gran bastión de la cultura cubana».
A Ramón Silverio debe
Santa Clara muchas cosas, entre ellas ser una ciudad donde se respetan las
preferencias sexuales, una ciudad donde todos tienen su espacio y cada
manifestación del arte encuentra público. Más que promotor de la cultura, nos
ha enseñado a pensar de un modo diferente.
Por Lisandra Durán
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