El locutor Liván Ramos obtuvo el premio Violeta Casal que
entrega
Este premio se entrega por única vez y constituye el
reconocimiento más relevante que se entrega a nivel nacional a los locutores.
Liván Ramos agradece a su colega Samuel Urquía por estimularlo a participar en
el concurso, en el que presentó un conjunto de obras de corte periodístico.
«El locutor es un periodista en potencia, es un
profesional de la prensa y debe dominar los géneros periodísticos».
Liván Ramos reconoce que en medio de una competencia tan
fuerte no pensó en la posibilidad de obtener el premio y se refiere a su
trabajo en la CMHW
y Estereocentro, como dos escuelas de la radio. Calificó de sui géneris a la
revista informativa Latidos de mi ciudad, donde según afirma, se ha establecido
como locutor junto una excelente colega como Grisel Santos y un director
excepcional como Roberto Reyes.
Ha incursionado en la televisión, pero afirma sentirse
atrapado por la magia especial de la radio, donde «el locutor tiene que ser muy
profesional y técnico, pues se establece un código de señales e imágenes, de
escenografía que se hace indiscutiblemente a través de las voces, el sonido, la
música, los efectos y también el silencio. Hay que darlo todo con la voz, la
radio es inmediata, precisa, objetiva y muy dinámica».
Sobre el ejercicio de locución comentó: «Hay que querer y
tener aptitudes. Desde muy pequeño seguía las transmisiones de radio, los noticieros,
las informaciones deportivas y alguien muy querido para mí, pero ya fallecido,
me aseguró que tenía aptitudes para el ejercicio de la profesión, hacia la que
me sentía atraído».
Liván Ramos confiesa que la locución y la radio lo
apasionan, de ahí que considere que la preparación de los locutores es en la
actualidad un tema amplio, profundo y muy polémico.
«Hay que rescatar ciertos códigos establecidos de la
locución. Hay que tener en cuenta que también los propios códigos de la
comunicación se han ido modificando, pero el locutor cubano parece chileno,
guatemalteco o nicaragüense. Nos hemos dedicado a escuchar onda corta, hemos
perdido nuestra línea de entonación, hemos repletado la norma culta del habla
de inadecuaciones léxicas, anglicismos, muletilleos y eso está acabando con la
locución en Cuba».
En el pasillo, en el lobby, durante el trabajo de mesa,
en cabina, o tras el aroma de un buen café,
Liván Ramos es hoy una de las voces que identifican a la emisora Estereocentro, de Villa Clara.
Por Lisandra Durán

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