Si la plaza
de San Marcos, en Venecia, Italia tiene sus palomas, el parque Leoncio Vidal,
de Santa Clara, en Cuba, recibe a diario la visita de miles de totíes, ave
endémica de Cuba que hace gala de su presencia en el principal espacio público
de la urbe.
Cuando la
tarde comienza a declinar, las bandadas de alados negros llegan y se posan en
la floresta que adorna el lugar, abundantes y variados árboles donde
pasan la noche, para levantar el vuelo al amanecer.
A pesar de
que las excretas de los plumíferos caen sobre los bancos o en la ropa de algún
transeúnte, con el consabido malestar para los pobladores de la central ciudad
cubana, esta es una incomodidad irremediable.
Los pájaros
negros se ganaron un sitio en la cotidianidad del parque, corazón de la
localidad, que no se concibe sin su concurrencia.
En Cuba
existe un refrán muy popular : la culpa de todo la tiene el totí, en referencia
a quien carga con los errores de otros, mientras para los supersticiosos, su
llegada es signo de mal augurio.
Ave de
color negro lustroso, con patas y pico del mismo color, mide alrededor de
unos 27 centímetros
de largo, suele causar estragos en cultivos de arroz aunque acostumbra
alimentarse de forma variada, además con semillas silvestres, fruticas, maíz y
millo.
No se sabe
con certeza de donde vienen, ni hacia que sitio van, lo que resulta exacto,
como un reloj, es la hermosa llegada de los pájaros al atardecer, animales que
no se amedrentan con los motores de los autos, la música de los alrededores ni
las voces de los niños en sus juegos.
Los totíes
se ganaron un espacio en el “Leoncio Vidal “, a fuerza de persistencia en
el tiempo, por lo tanto cuando se piensa en la principal plaza local, Monumento
Nacional, se incluye el habitual revoleteo de esas aves.
Por Luz María Martínez Zelada (Tomado de ACN)
Por Luz María Martínez Zelada (Tomado de ACN)
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