Santa Clara es una ciudad de ideas…en
las cafeterías, los parques o un improvisado malecón a orillas de su colosal teatro. Entre los mates y los
sueños que algunos estudiantes deciden intercambiar, allí a la sombra del
Guerrillero Heroico, también se comercian concepciones y estigmas de un mundo
nuevo. Y fue en esa misma plaza, escudado por ese pueblo tan alto, donde ha
cifrado estampa un cubano de ideas.
Sucedió un 30 de septiembre de 1996
cuando el más grande estadista de esta nación, sucumbió al pedido del entonces
primer secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia Villa Clara:
Miguel Díaz-Canel Bermúdez. La gente de Santa Clara quería escuchar al
Comandante y él no se hizo rogar, aún dudando de que pudiesen crearse las
condiciones para su oratoria con tanta premura.
Fue uno de esos discursos
espectaculares a que nos acostumbró el líder histórico de la Revolución Cubana,
comentó uno de los escoltas de entonces para la radio santaclareña. Otro de los
entrevistados explica como en inteligentes palabras, el líder enzarzó una
caracterización completa de la provincia. Su discurso fue elocuente y por
supuesto colmado de espontaneidad. Afirman quienes lo vivieron que la plaza
vibraba.
Y es que a Fidel, se le han doblegado
incluso las tribunas. En su trayectoria como político ha amoldado los escenarios
a su figura alta y los manejó con la misma espontaneidad y dominio que su
legendario traje de guerrillero, que al enemigo, que a las balas.
Otra tribuna tomada un septiembre, pero de 1960, específicamente
el 26, pasará a la historia como el día en que hiciera su primera intervención
en la Organización
de Naciones Unidas.
Habló de Reforma Agraria, desempleo, analfabetismo y
otros males de la Cuba
de entonces y de cómo apenas seis meses de Revolución parecían cambiar ese
panorama. Todo esto en el seno de la
ONU “Nosotros
tenemos que explicar muy claramente todos estos problemas, porque en ello va la
seguridad y la suerte de nuestro país.” Dijo en aquella ocasión y en estás palabras radica quizás la fuerza que
impulsaba al orador, la suerte de su
país.
Entre nostalgias una reportera de esta ciudad central,
Lourdes Rey, describe al Comandante: “Fidel llegó sereno, recuerdo que miró el
horizonte y aún siento como su mirada se llenó del verde azul de la montaña del
Escambray. En su rostro estaba la certeza de que se pudo concentrar a miles de
personas, de la respuesta unánime a la convocatoria.”
Y esta verdad es reconocible en una y otra aparición del
Comandante en jefe, acaecidas en su correspondiente septiembre y en sus
estoicidades de orden. Fidel es un líder de la oratoria, un dueño de la palabra
en el aire tanto y más como supo dominarla sobre el papel en blanco.
A Fidel se le ciñen las tribunas con la misma elegancia
que el verde de guerrillero y ha sido capaz de iluminar cada escenario en que
aparece.
“Amanecimos los
villaclareños escuchando decir por CMHW en el programa Patria ¡Todos a La Plaza con Fidel!”, recoge la
prensa local en esa colección de testimonios a 20 años de lo que se conoce por
esta zona como “la presencia de Fidel en la plaza”.
Y es que la entrega personal, así pura y total en lo que
dice, el carisma y esa extraordinaria capacidad para las revelaciones hizo que
Santa Clara, toda, acudiera tan apresuradamente a escuchar a su líder y que por
estos días se agite en virtud de festejar lo vivido.
Por Dorisbel Guillén Cruz
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