¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿Qué es, si no eres tú?
Santa Clara es un estado de ánimo, una
sucesión de sorpresas y nostalgias, más aún cuando todo parece detenido en el
tiempo y está cubierto por un velo fino y delicado, rasgado por el rumor y la
vida azarosa de los que la habitan.
En el misterio de esas calles estrechas, de
esos callejones cortados en cuchillas, a la luz de esos surcos de agua que se escurren
en el adoquín, encontramos el semblante de Santa Clara.
Santa Clara es un lugar de magia, puede que
alguien sin mirada de amor la encuentre fatalmente estrecha, demasiado antigua
y hasta ruinosa. Pero los santaclareños hemos aprendido a mirarla de otro modo.
Esta ciudad es un lugar sublime y sublimado
por músicos, poetas, pintores, visitantes… Y es que Hay ciudades que quedan
para siempre en la memoria. Santa Clara es una de ellas.
Uno es de un lugar aunque haya andado muchos
caminos en la vida, uno se reconoce y se completa solo en una parte de la
tierra, ahí haces lo tuyo. Buscas en tu interior y encuentras la paz solo en
ese lugar, solo en ese reducido pedacito de la tierra. Una ciudad es como una
persona, si no empleas un buen tiempo en observarla en sorprenderla, en
sonsacarle los secretos, nunca podrás llegar a conocerla. Es nuestra ciudad de
Santa Clara, una señora bendecida por los tiempos y su pueblo.
Por Dayana Pérez Velázquez
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