La sencillez y valentía desbordante
que inundó la vida del joven Abel Santamaría Cuadrado aún persiste hoy en la
tierra que lo vio nacer.
Destacado revolucionario cubano y
segundo jefe del movimiento revolucionario 26 de julio, Abel llegó a ser, según
lo expresa el propio Fidel en el juicio del Moncada "el alma del
movimiento".
Este insigne luchador nació el 20 de
octubre de 1927 en Encrucijada, provincia de Las Villas entonces, en la parte
central de Cuba, a unos 400
kilómetros de La Habana.
Desde los primeros momentos que compartió
con la avanzada de los revolucionarios cubanos en la década del 50, Abel se
convirtió en el segundo jefe del Movimiento, integrando el comité civil y
militar de esta organización, e intervino en la preparación de los asaltos a
los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Su amistad e inspiración por Fidel le
llevaron a asumió la táctica y estrategia de lucha del comandante, de forma tal
que fue ocupando cada día mayores responsabilidades dentro del proyecto que,
ahora con su colaboración como segundo al mando, maduraba nuestro líder eterno.
La entereza y virtuosismo de este
joven, imprescindible a la hora de estudiar el proceso de lucha por la
independencia de Cuba, se vio destruida en la acción del 26 de julio, cuando lo
asesinaron.
Abel, que contaba con 25 años, llevó a
cabo la toma del Hospital Civil "Saturnino Lora", donde fue hecho
prisionero después de haber cumplido con éxito su misión. Fue salvajemente
torturado por los esbirros batistianos y asesinado el 26 de julio de 1953.
La historia y las jóvenes generaciones
de cubanos se encargan desde entonces con su ejemplo vivo, de otorgarle el
lugar que tiene en la tierra que le vio nacer a nuestro Abel de siempre.
Por Isabel Díaz Gonzalez
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