La aparición de Demis
Valdés en la nómina oficial del equipo de Matanzas a la 54 serie nacional de
beisbol, pone de nuevo en tela de
juicio la autoridad de la comisión de la
disciplina en el país, y la eficacia de sus directivos.
En su reciente visita
a Villa Clara, Higinio Vélez, al frente del deporte de las bolas y los strikes
en Cuba, no quiso dar declaraciones
sobre el tema a la prensa acreditada. Obviamente porque no había
respuesta lógica a la violación impune de una medida, que su propio equipo de dirección había
impuesto.
Luego, aparece una desesperada
y risible justificación al hecho en la
televisión nacional, que más parecía un intento de justificar lo injustificable
que una respuesta al asunto: aunque aún se está analizando el tema, el reajuste
de la medida está en apelación por el buen comportamiento que ha mantenido el
matancero durante los primeros 6 meses de la sanción; castigo que según la circular se extiende a un año suspendido de todo evento
oficial del calendario.
Entonces, ¿debemos
concluir que según los estándares de la comisión nacional de beisbol, si
asaltas a alguien a batazos en pleno juego, le ocasionas daños físicos a otro, y luego te portas bien, se puede hacer borrón
y cuenta nueva?, ¿o que la serie nacional no es evento oficial?
Esta constituye otra
incoherencia de la máxima dirección de la pelota cubana, que justo después del
incidente del 17 de febrero, le dio el tiro de gracia a la selección
villaclareña sacando a su mejor pitcher,
supuestamente porque ese ejemplo era corrosivo para los niños que asistían al
estadio, o disfrutaban del encuentro por
televisión.
Lo que aún no me
queda claro, y posiblemente a usted tampoco, es qué ejemplo quieren dar a las
nuevas generaciones, el de un deporte limpio, sano, y con principios éticos, o
el de la impunidad absoluta, que castiga a placer: con palo y piedra a unos, y
con seda a otros.
Mejor no esperemos
una respuesta rápida, ni lógica, porque de seguro esta es otra de las muchas
preguntas, donde el silencio, otorga, y la hipocresía concede.
Por Liana Consuegra
Cogle
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