Como afirmó el primer
vicepresidente de los consejos de estado y de ministros Miguel Díaz-Canel
Bermúdez en la clausura del octavo congreso de la Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba, un componente de esta prosperidad, de esa
calidad de vida que esperamos alcanzar, radica en la dimensión espiritual que
ofrece la cultura.
Señaló que vivimos en un
momento trascendental de la historia patria, pues se llevan a cabo tareas
gigantescas en medio de un entorno de crisis internacional y bloqueo, contexto
donde los intelectuales y artistas juegan un rol protagónico.
Así lo reconoce la
dirección del país que en este octavo congreso de la UNEAC ratifica que la
cultura debe acompañar el esfuerzo que se está haciendo hoy para desplegar las
fuerzas productivas y también las reservas morales del país.
Bajo estas condiciones
urge mantener la coherencia de la política cultural cubana, los valores, la
identidad y la cultura nacionales. Como reconoció nuestro presidente Raúl
Castro somos sin dudas un pueblo instruido, pero no necesariamente educado ni
culto.
De ahí que Miguel
Barnet, presidente de la UNEAC,
aseguró durante el congreso provincial de la organización, que resulta una
prioridad estrechar los vínculos entre cultura y educación a fin de fomentar valores
éticos y estéticos en las nuevas generaciones, pues como ha expresado la Doctora Graciela
Pogolotti: “La cultura nutre el espíritu de la nación y hace brotar valores y
formas de comportamiento”.
La Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba comienza ahora un nuevo período de
trabajo, marcado, pienso yo, por la motivación que traen consigo las
transformaciones venideras.
Por Lisandra Durán
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