El cambio de sistema que vivió Cuba en 1959 trajo consigo
una manera diferente de ver la moda. Ya no más publicidad ni burgueses detrás
de la última tendencia, pero de alguna manera los cubanos debían seguir
cultivando el buen gusto.
En 1963 se creó en cada provincia una casa de la moda,
tarea que llevaron a cabo el Partido y el Ministerio de Comercio Interior
(MINCIN), que abastecía a los cubanos de ropa, zapatos y bisutería.
A nivel nacional el Buró de la Moda dirigía estos centros,
que tenían un representante en cada provincia. En el caso de Villa Clara, la
seleccionada fue Gladis Álvarez, quien se desempeñaba como divulgadora en la
dirección provincial del MINCIN.
Después de recibir preparación durante un año en La Habana , Gladis Álvarez comenzó
a dirigir el Centro de la Moda ,
ubicado en el céntrico local que actualmente ocupa, donde se encuentran la
mayoría de los centros educacionales y de trabajo.
El local contaba con pasarela, sillas y lunetas para los
espectadores y tenía un programa semanal de desfiles de modas. Además era un
lugar al que podían acudir las personas en busca de orientación ala hora de
vestir y comportarse.
De la capital llegaron los entrenadores y el resto del
personal capacitado para elegir a las modelos, quienes debían tener las medidas
precisas, pero era responsabilidad de cada provincia, la realización de
diferentes actividades.
Conjuntamente con los Centros de la Moda se crearon los atelieres,
encargados de interpretar los diseños que llegaban desde La Habana. Todo ello bajo la
dirección de Gladis Álvarez durante siete años, pues en 1970 desaparecen estos
centros debido a situaciones políticas en el país.
Quedó en manos de la industria ligera la responsabilidad
de mejorar las confecciones que se ofrecían en las diferentes tiendas a la
población.
En esta etapa jugaron un papel determinante las
industrias locales o pequeños talleres diseminados en diferentes municipios.
Como consecuencia también decayeron las exigencias para con el cuerpo de
modelos, bastaba con tener buena figura y disposición.
Como respuesta a una necesidad social reaparece el Centro
de Orientación de la Moda
y las Costumbres a mediados de los ochenta, pero según palabras de Gladis
Álvarez, con una escasa disponibilidad de recursos.
Desde entonces estos centros han tenido que readecuarse
ante diferentes situaciones.
Hace más de dos años se cerró el Centro para someterse a
una reparación capital, un obstáculo para el desarrollo de importantes
proyectos, de ahí que se incluyera en la estructura del Instituto de Belleza
Biobel.
No obstante, en este período se han ofrecido cursos para
niños, adolescentes y jóvenes en función de capacitarlos como modelos, sin
descuidar temas como protocolo y etiqueta, estética corporal y belleza, voz,
dicción, autoestima, oratoria y personalidad, fotopose, pasarela y baile.
Además, en 2013 surgió la iniciativa de los cursos de verano.
El Centro de Orientación de la Moda y las Costumbres recibe
el apoyo de diversas instituciones, entre las que sobresalen El Fondo Cubano de
bienes Culturales y la
Asociación de Artesanos y Artistas de Cuba. También cuenta con
un elenco de casi 30 modelos.
Hoy reabre sus puertas con el propósito de rescatar la
labor con que se concibió originalmente: ofrecer orientación sobre la moda y
las costumbres.
Recordemos que la moda es un proceso cultural e histórico
que refleja las características de cada sociedad, de ahí que sea un error
subestimar su papel y restar importancia a la labor de los Centros de Orientación
de la Moda y las
Costumbres.
Por Lisandra Durán
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